Siendo ministro de Comunicaciones -1930-1932- el general Juan Andrew Almazán, son expropiadas "para utilidad pública", varias huertas de residentes acapulqueños, como la familia Guillén, don Francisco Escudero y Espronceda y don Amado Olivar, entre otros.
Estas huertas que estaban sembradas principalmente de cocoteros tenían además diversos árboles frutales, como mangos, marañonas, guayabas, ilamas, icacos y otros frutos, y cubrían los terrenos comprendidos entre el hoy hotel Las Hamacas, en la esquina de 5 de Mayo y Costera, hasta el Farallón del Obispo (Glorieta de la Diana) y abarcaban desde la hoy calle Cuauhtémoc, hasta la playa de los hornos y farallón.
Precisamente en los terrenos de don Amado Olivar, se limpió una parte frente a la playa de hornos y farallón, para habilitarla como "campo aéreo" iniciándose algunos vuelos de prueba entre la ciudad de México y Acapulco, por los hermanos Ramón y Manuel González, Leonardo Enríquez y Julio Zinser, todos ellos pilotos que utilizaban aviones De Haviland Moth, Ryan, Fairchild, Verville y Fokker.
El terreno del campo aéreo comenzaba donde hoy está la secundaria núm. 1, por la Comercial y la gasolinera de la Diana, lugar donde "bajaban" los aviones volando entre dos cerros y corrían
por el campo hasta la hoy calle de Wilfrido Massieu, donde hoy está la Gran Plaza, es decir, la colonia o fraccionamiento Magallanes. Al fondo, sobre la hoy calle Cuauhtémoc, estaba el hangar, ya construido, lo que constituía "la terminal ". Para despegar, los aviones taxeaban desde la terminal hasta el otro extremo de la pista y despegaban contra el aire, pasando ya volando, a baja altura sobre el balneario de Hornos, ofreciendo un espectáculo sin paralelo a los paseantes que se encontraban sobre su ruta hacia el centro de Acapulco; eso sí, si habían podido esquivar las vacas, caballos y demás animales que se cruzaban en "la pista" y que causaron algunos sustos a los atrevidos aviadores entre los que se contaba el "Chante Obregon".
La ruta México-Acapulco se transformaría en una piedra angular para el transporte nacional y gracias a su servicio aéreo, Acapulco pronto llegaría a tener nombre internacionalmente reconocido como uno de los más selectos lugares para el turismo.
Dice la tradición popular que los afectados demandaron al general Andrew Almazan, pero poco pudieron hacer, pues para entonces (1939), era ya candidato a la presidencia de la república, contrincante del también general Manuel Ávila Camacho. Sin embargo, se dice también que él se comprometió a pagar los terrenos expropiados a razón de $0.10 el metro cuadrado, aunque no se sabe a ciencia cierta si cumplió su promesa.
Más tarde se asocia con don Emilio Azcárraga formando la compañía Impulsora de Acapulco, que con el apoyo económico de don Emilio, se convierte en propietaria de los terrenos expropiados, entre los que se encontraban el campo aereo y desde luego, el hoy Parque Papagayo que años más tarde fuera otra vez objeto de otra expropiación.
Mas el campo aéreo se consolidó, estableciéndose posteriormente otras líneas aéreas como: Transportes Aéreos del Pacífico, que volaba de Oaxaca a Acapulco y que se integró a Aeronaves en 1940. Aeronaves de Michoacán-Guerrero, que operaba con frecuencia diaria, excepto los domingos, entre Acapulco y Uruapan, con escalas en Tecpán, Petatlán, Zihuatanejo, Melchor Ocampo (hoy Lázaro Cárdenas), Playa Azul, Arteaga y Apatzingán. Esta compañía también fue comprada por Aeronaves en 1942. Cabe mencionar también que la gran Pan American había adquirido en 1940, el 40 por ciento de las acciones de Aeronaves de México, S.A.
El aeropuerto operó en este lugar hasta el 31 de agosto de 1946, fecha en que el general Andrew Almazan "recuperó" la propiedad para fraccionar.
El general había estado promoviendo en las altas esferas del gobierno federal, la devolución de los "terrenos de su propiedad", donde se ubicaba el aeropuerto, la cual logra por fin en 1946.
Con la autoridad que le confiere el ser "dueño de los terrenos", manda un ultimatum a aerolíneas y pilotos para que desocupen el área. apoyado, se dice, por elementos militares. Así los pilotos despegan sus máquinas voladoras y se van a un terreno en Pie de la Cuesta, todos, menos uno, un hidroavión propiedad del Chante Obregón, quien no se encontraba en Acapulco en ese momento.
Para evitar que aterrizaran más aparatos, el general mandó cavar zanjas atravesadas en toda la pista, por lo que al regresar el Chante, no puede despegar su anfibio y tienen que "empujarlo" entre varios hombres por la calle y el monte hasta llegar a la playa donde hoy se encuentra el hotel Ritz, y con muchos trabajos es conducido hasta el mar, de donde despega para dirigirse a Pie de la Cuesta.
Precisamente en los terrenos de don Amado Olivar, se limpió una parte frente a la playa de hornos y farallón, para habilitarla como "campo aéreo" iniciándose algunos vuelos de prueba entre la ciudad de México y Acapulco, por los hermanos Ramón y Manuel González, Leonardo Enríquez y Julio Zinser, todos ellos pilotos que utilizaban aviones De Haviland Moth, Ryan, Fairchild, Verville y Fokker.
El terreno del campo aéreo comenzaba donde hoy está la secundaria núm. 1, por la Comercial y la gasolinera de la Diana, lugar donde "bajaban" los aviones volando entre dos cerros y corrían
por el campo hasta la hoy calle de Wilfrido Massieu, donde hoy está la Gran Plaza, es decir, la colonia o fraccionamiento Magallanes. Al fondo, sobre la hoy calle Cuauhtémoc, estaba el hangar, ya construido, lo que constituía "la terminal ". Para despegar, los aviones taxeaban desde la terminal hasta el otro extremo de la pista y despegaban contra el aire, pasando ya volando, a baja altura sobre el balneario de Hornos, ofreciendo un espectáculo sin paralelo a los paseantes que se encontraban sobre su ruta hacia el centro de Acapulco; eso sí, si habían podido esquivar las vacas, caballos y demás animales que se cruzaban en "la pista" y que causaron algunos sustos a los atrevidos aviadores entre los que se contaba el "Chante Obregon".
La ruta México-Acapulco se transformaría en una piedra angular para el transporte nacional y gracias a su servicio aéreo, Acapulco pronto llegaría a tener nombre internacionalmente reconocido como uno de los más selectos lugares para el turismo.
Dice la tradición popular que los afectados demandaron al general Andrew Almazan, pero poco pudieron hacer, pues para entonces (1939), era ya candidato a la presidencia de la república, contrincante del también general Manuel Ávila Camacho. Sin embargo, se dice también que él se comprometió a pagar los terrenos expropiados a razón de $0.10 el metro cuadrado, aunque no se sabe a ciencia cierta si cumplió su promesa.
Más tarde se asocia con don Emilio Azcárraga formando la compañía Impulsora de Acapulco, que con el apoyo económico de don Emilio, se convierte en propietaria de los terrenos expropiados, entre los que se encontraban el campo aereo y desde luego, el hoy Parque Papagayo que años más tarde fuera otra vez objeto de otra expropiación.
Mas el campo aéreo se consolidó, estableciéndose posteriormente otras líneas aéreas como: Transportes Aéreos del Pacífico, que volaba de Oaxaca a Acapulco y que se integró a Aeronaves en 1940. Aeronaves de Michoacán-Guerrero, que operaba con frecuencia diaria, excepto los domingos, entre Acapulco y Uruapan, con escalas en Tecpán, Petatlán, Zihuatanejo, Melchor Ocampo (hoy Lázaro Cárdenas), Playa Azul, Arteaga y Apatzingán. Esta compañía también fue comprada por Aeronaves en 1942. Cabe mencionar también que la gran Pan American había adquirido en 1940, el 40 por ciento de las acciones de Aeronaves de México, S.A.
El aeropuerto operó en este lugar hasta el 31 de agosto de 1946, fecha en que el general Andrew Almazan "recuperó" la propiedad para fraccionar.
El general había estado promoviendo en las altas esferas del gobierno federal, la devolución de los "terrenos de su propiedad", donde se ubicaba el aeropuerto, la cual logra por fin en 1946.
Con la autoridad que le confiere el ser "dueño de los terrenos", manda un ultimatum a aerolíneas y pilotos para que desocupen el área. apoyado, se dice, por elementos militares. Así los pilotos despegan sus máquinas voladoras y se van a un terreno en Pie de la Cuesta, todos, menos uno, un hidroavión propiedad del Chante Obregón, quien no se encontraba en Acapulco en ese momento.
Para evitar que aterrizaran más aparatos, el general mandó cavar zanjas atravesadas en toda la pista, por lo que al regresar el Chante, no puede despegar su anfibio y tienen que "empujarlo" entre varios hombres por la calle y el monte hasta llegar a la playa donde hoy se encuentra el hotel Ritz, y con muchos trabajos es conducido hasta el mar, de donde despega para dirigirse a Pie de la Cuesta.
Fuente:Origen y evolucion del turismo en Acapulco
Francisco R. Escudero
Cronica de Acapulco
Carlos E. Adame Rios
No hay comentarios.:
Publicar un comentario