Un medio de productor@s
El advenimiento de la música disco marcó la caída de los conjuntos de baile. La música de los 70 ya venía marcada por el “groove”, pero el disco enfatizó por encima de todo el “beat”, incluso por encima de la voz y de la canción. L@s DJs de los mencionados clubs gays de Nueva York pinchaban discos de soul y funk con una fuerte base rítmica y groove (proto-disco). Esos discos se convertían en éxitos y después se pasaban por la radio y vendían muchas copias. De este modo, las casas discográficas empezaron a producir discos específicamente para la pista de baile. Esos discos también tenían una fuerte componente pop, de forma que llegaran a un gran público. Los albums no tenían muchas canciones, y los “singles” aparecían en formato de 12”, con versiones extendidas para facilitar la remezcla. Con esa intención de la mezcla, los discos marcaba también las cantidades de “bpm” (beats per minute).
Así, los beats de la música disco llenaron las listas de éxitos y tod@s l@s artistas, incluíd@s l@s de rock, grabaron canciones “disco”. Sin embargo, la música disco era un medio de productores, ya que ellos escribían las canciones y creaban los temas.
“Sólo cuando la ocasión lo requería –es decir, cuando el tema era ya un éxito-, se podían reclutar unas caras bonitas o unos cuerpos atractivos, esbeltos y/o musculazos para que prestaran su imagen al producto. Tal fue el caso de Boney M: Liz, Marcia, Maite y Bobby no eran más que el rostro público de las creaciones del alemán Frank Farian. Símbolo del éxito (ciento cincuenta millones de copias vendidas en todo el mundo de hits como “Rasputin” o “Daddy Cool”), Farian se convirtió en el ejemplo a imitar. El francés Jacques Morali contraataco con Village People, un sexteto histriónico (se disfrazaban de camioneros, policías, sioux y demás iconografía kitsch), que pretendió ejemplificar el joie de vivre del colectivo gay
El advenimiento de la música disco marcó la caída de los conjuntos de baile. La música de los 70 ya venía marcada por el “groove”, pero el disco enfatizó por encima de todo el “beat”, incluso por encima de la voz y de la canción. L@s DJs de los mencionados clubs gays de Nueva York pinchaban discos de soul y funk con una fuerte base rítmica y groove (proto-disco). Esos discos se convertían en éxitos y después se pasaban por la radio y vendían muchas copias. De este modo, las casas discográficas empezaron a producir discos específicamente para la pista de baile. Esos discos también tenían una fuerte componente pop, de forma que llegaran a un gran público. Los albums no tenían muchas canciones, y los “singles” aparecían en formato de 12”, con versiones extendidas para facilitar la remezcla. Con esa intención de la mezcla, los discos marcaba también las cantidades de “bpm” (beats per minute).
Así, los beats de la música disco llenaron las listas de éxitos y tod@s l@s artistas, incluíd@s l@s de rock, grabaron canciones “disco”. Sin embargo, la música disco era un medio de productores, ya que ellos escribían las canciones y creaban los temas.
“Sólo cuando la ocasión lo requería –es decir, cuando el tema era ya un éxito-, se podían reclutar unas caras bonitas o unos cuerpos atractivos, esbeltos y/o musculazos para que prestaran su imagen al producto. Tal fue el caso de Boney M: Liz, Marcia, Maite y Bobby no eran más que el rostro público de las creaciones del alemán Frank Farian. Símbolo del éxito (ciento cincuenta millones de copias vendidas en todo el mundo de hits como “Rasputin” o “Daddy Cool”), Farian se convirtió en el ejemplo a imitar. El francés Jacques Morali contraataco con Village People, un sexteto histriónico (se disfrazaban de camioneros, policías, sioux y demás iconografía kitsch), que pretendió ejemplificar el joie de vivre del colectivo gay
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